«Del dicho al hecho, hay mucho trecho.»
Desde hace meses, las autoridades nacionales vienen hablando de una reforma migratoria (parcial, y focalizada en aquellos puntos que tradicionalmente captan la atención de ciertos sectores del electorado: migrantes/delincuencia, migrantes/(ab)uso del sistema de salud o educativo, entre otros).
Con el reciente comunicado oficial y el anuncio del vocero presidencial, la cuestión pareció volverse más real, tangible e inminente.
Quienes trabajamos en el ámbito migratorio hemos estado mirando cada día el Boletín Oficial, esperando -con temor, más que con expectativa- la publicación del tan anunciado Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU).
Y sin embargo, nos surge la duda: ¿por qué se ha anunciado esta reforma tantas veces, sin concretarla?
- Por un lado, me gusta pensar que las autoridades están (re)pensando la posibilidad de canalizar la propuesta a través del Congreso, lo que sin duda le daría mayor legitimidad, seriedad y apertura al debate democrático.
- Por otro lado, creo posible que se esté testeando la opinión pública y la reacción de expertos, a fin de ajustar la propuesta y dejar menos cabos sueltos.
- También es probable que, debido a la complejidad de las medidas sugeridas -algunas incluso impracticables en términos operativos o jurídicos-, estén viendo necesario afinar cuestiones técnicas, interministeriales, políticas y hasta diplomáticas antes de avanzar.
- Otra posibilidad es que, en lugar de un DNU, se opte por una reforma fragmentada del régimen migratorio, a través de resoluciones (vice)ministeriales o disposiciones administrativas de la Dirección Nacional de Migraciones.
Mientras tanto, muchas personas -migrantes y argentinas vinculadas a ellas- viven hoy una situación de incertidumbre y angustia, preguntándose qué cambios se avecinan y cómo podrían impactar sus vidas.
En el ínterin, algunas empresas inescrupulosas intentan lucrar difundiendo información falsa, como la supuesta obligatoriedad de seguros médicos para turistas, medida que aún no ha sido implementada.
Recordemos que la historia reciente ya mostró el fracaso de una reforma de características similares, como lo fue el DNU 70/2017, finalmente derogado por el DNU 138/2021.
El asunto es sumamente complejo y la historia reciente demostró el fracaso de una norma muy similar a la propuesta (DNU 70/2017, derogado por DNU 138/2021), no solo por sus dificultades prácticas, sino también por su alto costo político.
Modificar un régimen tan delicado y complejo como el migratorio, sin la preparación técnica, institucional y normativa necesaria, puede acarrear consecuencias nefastas no solo para el sistema administrativo y judicial (como se vio con la judicialización masiva generada por el DNU 70/2017 y las deportaciones inhumanas, con prohibición de reingreso permanente), sino también para la cohesión social y la convivencia comunitaria. Además, puede comprometer la responsabilidad internacional del Estado argentino frente a sus compromisos en materia de derechos humanos y tratados internacionales.
La política migratoria merece debate serio, democrático, informado y responsable. Porque, en definitiva, no hablamos de números, sino de personas.